“EL AMOR, LA GUERRA Y LA ENFERMEDAD: RECUERDOS QUE PERDURAN MÁS ALLÁ DE LA MUERTE".

UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS

DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA
Español I
                                                            
EL AMOR, LA GUERRA Y LA ENFERMEDAD: RECUERDOS  QUE PERDURAN MÁS ALLÁ DE LA MUERTE".
Por:
DEISY JULIETH TOBÓN TOBÓN


El amor, la guerra y la enfermedad: recuerdos  que perduran más allá de la muerte. Es un ensayo del libro “La muerte de Artemio cruz” de Carlos Fuentes, publicado en 1962, donde se plasma la historia de un hombre, que desde su lecho de muerte  hace una mirada introspectiva de los acontecimientos y cambios más sustanciales y relevantes que ocurrieron a lo largo de su vida, y que lo llevarían a terminar como un hombre adinerado, reconocido, con mucho poder, que tenía influencias en múltiples campos; pero a costa del sacrifico de otras personas, disipando el patrimonio de quien fuese necesario, para aglomerar sus riquezas, para alcanzar su estatus, aunque tuviese que cambiar hasta su forma de pensar y pagar un gran precio por ello, “una familia que solo esperaba su muerte para heredar su riqueza”.
Este libro rompe con la narración lineal, pues está escrito en continuos quiebres temporales, que nos trasmite a diferentes épocas de la vida de Artemio Cruz, debido a los recuerdos que emergen de él, agonizante y en su lecho de muerte. Aspecto que marca la diferencia de la obra y de su autor con la literatura tradicional. A lo largo del libro se pueden ver tres temas fundamentales que rigieron de manera decisiva la vida y que ahora llenan la mente de Artemio Cruz: El amor, La guerra, y la enfermedad (vejez), y que sólo pude revivirlos y sentirlos desde los recuerdos que surgen de él, estando a pocas horas de su muerte, tal vez porque sentía que su poder y audacia no le servirían para corregir los errores del pasado y para poder disfrutar el sabor de nuevos días.
El propósito con este ensayo es relacionar esto tres aspectos, para percibir como influyeron en que Artemio Cruz cambiara su forma de pensar, convirtiéndose en lo que fue consigo mismo, con su familia y con la sociedad. Plasmar como desde los recuerdos podemos transportarnos a momentos, lugares y tiempos, reviviéndolos a modo de que solo nuestras fantasías lo pueden hacer, porque como nos muestra Artemio, el tiempo pasa y la vejez llega, pero nuestra memoria es la herramienta más eficaz para combatirlos, para viajar al pasado, para revivir nuestros mejores tiempos  y para soñar con cambiar esos errores que nos nublan nuestra existencia.

Artemio cruz tuvo una infancia difícil, no solo fue un hijo no deseado, sino que también carecía del acompañamiento de sus padres. Su juventud fue totalmente permeada por la  revolución, hasta terminar sumergido en ésta. Su paso por la revolución mexicana, marcó su vida, no solo fue defender unos ideales, ver caer compañeros y asesinar enemigos, o ver como su vida dependía del alcance de las balas, como colgaba de un hilo, fue también encontrar su primer  amor y probablemente el único, fue disfrutar de la compañía de una mujer que más allá de lo que fuera o tuviera lo amaba, y le juraba amor eterno, pensó que la vida entera no le alcanzaría para  recorrer y descubrir su cuerpo, para explorar esa geografía suave, ondulante, de accidentes negros, rosados.” (Fuentes, Carlos: 63).
Él, debía proteger su vida en las batallas, aunque pusiera en riesgo la de otros, debía olvidar por un momento los motivos por los que luchaba, cerrar los ojos y olvidarse de que habían  personas muriendo, ignorar esa nube de polvo, esos caballos furiosos que cabalgaban a galope, si, debía protegerse para cumplirle la promesa a Regina de que volvería a buscarla; y como no volver si sus encuentros lo hacían sentir completo, satisfecho, hombre vivo, ¿qué más necesitaría un hombre que estaba solo en el mundo, que el amor y la pasión de una mujer hermosa y joven?, ¿Qué más quería Artemio, que volver a sentir ese cuerpo, que se unía con él, en una sola llama?. No, Artemio no necesita nada más, él la amaba y la amaría más allá de lo que pasara, porque su mente, su cuerpo y todos sus pensamientos le pertenecían. Sí, todos sus pensamientos, porque ya no alcanzaba a comprender muy bien la guerra, se convertía en un juego irracional, luchaba por unos ideales que tal vez no lo favorecían tanto a él, sino más bien a otras personas, que estaban lejos para sentir lo frustrante de luchar, cuando una mujer como Regina lo esperaba. No podía morir no podía caer herido, ella lo seguiría de pueblo en pueblo, para sumergirse en la pasión que ambos sentían. ¿Pero a caso esta promesa serviría para protegerlo, para parecer invisible frente a el caos que a su alrededor se esparcía? Pues bien, parece que sí, el amor lo hizo verse a sí mismo como un cobarde, lo hizo esconderse y trasladarse a otra dimensión  en su mente.
 Al fin terminaba ese enfrentamiento, esa lucha del 4 de diciembre de 1913, pero sólo por ese día, para muchos un héroe, “el teniente Cruz y sus tropas habían ganado la lucha contra los federales”; para él, un cobarde, pero valía la pena acobardarse, para cumplir la promesa que le aseguraba amor eterno, amor puro, amor sincero: el amor de Regina.
salió ileso, solo unas pocas heridas pero ninguna mortal, ninguna tan mortal como lo fue la que sintió en lo más profundo de si, en su interior, en su corazón, cuando vio entre las víctimas que los federales habían retenido y luego colgado de sus cuellos en los árboles, a su amada, a Regina, allí estaba como el resto Las sogas de henequén[1] mal hechas, crudas, arrancaban todavía, sangre a los cuellos; pero los ojos abiertos, las lenguas moradas, Los cuerpos inánimes apenas mecidos por el viento que soplaban de la sierra, estaban muertos.” (Fuentes, Carlos: 80).
Sólo pudo abrazarla y llorar, su primer llanto de hombre y probablemente el único Artemio Cruz no podía sentir más dolor, ni siquiera podía compararlo con el dolor que sentía ahora, cuarenta y siete años después, estando ya postrado en una cama, enfermo, viejo y a acompañado solo de personas que esperaban su muerte, recordaba ese momento, recordaba a esa mujer, para él no había muerto, permanecía allí, en lo más profundo de si, podía sentir esas caricias solo con recordarlas, pero no era la primera vez que revivía a Regina, a si fuera sólo para él solo, Regina era más que un recuerdo, era un fantasma que aun yacía en su mente y reclamaba un lugar en la vida de Artemio.
Pero es imposible escapar de la realidad, es inevitable volver al presente, sentir que somos lo que no queríamos ser, rodeados de personas que tal vez ni siquiera son las que amamos. Son las decisiones que tomamos y los caminos que elegimos, lo que terminan llevándonos  a los resultados  que debemos enfrentar en la vejez, resultados de los cuales pudimos haber escapado, o por lo menos cambiado, tan solo si nuestras decisiones hubieran sido otras, aquellas  que dejamos de lado por la ambición, el reconocimiento o el poder.
Artemio Cruz está enfermo, probablemente va a morir, esta con su familia, ¿pero entonces por qué no se siente de verdad acompañado?, tal vez el amor de su mujer no era un amor verdadero, sólo era una obligación familiar, si pudo ser. De inmediato los recuerdos que tanto amor y dolor le habían ocasionado le invaden nuevamente la mente, esta vez para reclamarle, para reclamar esos sueños que él había roto, esa vida femenina y frágil que él había tomado y había esculpido  a su antojo, porque si sentía que el amor de su familia no era puro, fue porque, no fue pura la manera como se lo intento ganar... Ya no luchaba en las guerras, ya su espíritu de rebeldía se estaba desapareciendo, y la ambición reclamaba un campo en su vida, quería cambiar de estilo, quería tener poder sobre otros. Recordó entonces como conoció a Catalina, la que ahora era su mujer, como la conquisto o mejor como conquisto al padre de ella, un poderoso terrateniente, para que le concediera la mano de su hija y la administración de sus tierras y la de los campesinos, la guerra ya no era con armas, era con palabras, las palabras que utilizaría para poner a girar todo a su alrededor; Artemio Cruz había cambiado eso era evidente, ¿que lo produjo?, ni el mismo lo podía recordar, sólo sabe que al lado de Regina él no hubiese necesitado nada más, que ese amor ardiente pero a la misma vez inocente, que ambos se proporcionaban.
Ahora era un hombre casado con una mujer de familia adinerada, pero hermana de quien él mismo había dejado morir para salvar su vida. Artemio contó a Catalina y su Padre, que él no pudo hacer nada para salvar a su hermano e hijo cuando ambos habían caído retenidos en manos de los villistas[2], aunque sabía que Catalina nunca le creyó, tal vez esto explicaba por qué siempre estaba allí, callada, simplemente cumpliendo las obligaciones como mujer, mientras él hacia lo que quería con las tierras y los campesinos, cada vez obteniendo más poder, ella no hablaba, no opinaba, lo único que lo hacía sentir que tenia a una mujer con él, era las noches, Catalina era una de día y otra de noche, ardía en una pasión desenfrenada, se sentían amados, eran uno para el otro, pero al llegar el día Catalina lo repudiaba, el estaba allí pero su hermano no. ¿Lo amaba o lo odiaba?, ¿la amaba o la necesitaba?, tal vez no lo sabían, sólo lo supieron en su vejez en la enfermedad, cuando veían que la vida había pasado y que juntos habían llegado hasta allí, que ya no era cuestión de amor, cuando la enfermedad ya se abría paso en el cuerpo de Artemio, cuero que para muchos parecía inmortal, cuerpo que reflejaba el pudor de un hombre, la frialdad de un ser, la contaminación de un alma, así como lo refleja en la actualidad esos cuerpos que a diario vemos en las noticias, en los periódicos o en nuestra vida cotidiana, cuerpos de poder, de autoridad, cuerpos insaciables y burocráticos, cuerpos que manejan otros cuerpos y que solo la enfermedad y la vejez logran derrotar.
Ella en medio del día sentía vergüenza por desear a quien odiaba, por estar con aquel hombre guapo a quien todos respetaban, pero que había llegado allí con la fortuna de su padre, frustrando los sueños que de joven tenía, o mejor cambiando estos sueños por una vida sin afanes ni necesidades “he dividido mi vida en noche y día, como para satisfacer a las dos razones, ¿Por qué no puedo escoger en una sola, Dios mío?” (Fuentes, Carlos: 104). Tal vez no podía escoger  porque Artemio Cruz era un hombre tan diferente del resto, era tan imprescindible, era su hombre y el padre de sus hijos… o porque Catalina era una mujer débil, porque en toda su vida otros habían elegido por ella y en este momento no podía, no sabía elegir. Por eso nunca eligió; convivió con sus fantasmas del pasado, con sus recuerdos impotentes que le reclamaban la obligación que debía tener como hermana e hija.
Por su parte, Artemio sentía amor por ella, claro nunca como amaba a Regina o mejor al recuerdo de Regina, pero quería creer que los sentimientos que lo unían a Catalina eran verdadero amor, sentimientos en los que se refugiaba, cuando sabia que vendía su alma a sus ambiciones, cuando engañaba a otros y no podía darse cuenta que el mas engañado era el mismo.

Una guerra, no de armas, no de balas, no de tiros, una guerra de recuerdos dinámicos que llegan y se van, como un humo grisáceo que nublaba su débil mente, que reclamaban por la vida de los hombre que él había acecinado, por los sueños de Catalina, que él había esfumado a pueblos lejanos para poder hacerla su mujer, por la sonrisa joven e indefensa de Regina que había muerto mientras él luchaba y protegía su vida, por las tierras de los campesinos que él había quitado, por las decisiones que él había tomado. “Decidirás, escogerás uno de los caminos, sacrificaras los demás: te sacrificaras al escoger, dejaras de ser todos los otros hombres que pudiste haber sido, querrás que otros hombres -otro- cumpla por ti la vida que mutilaste al elegir.” (Fuentes, Carlos: 207). Recuerdos que emergían de lo más profundo de su ser, cuando sentía todas estas voces alrededor de su cama, esperando solo que Artemio muriera, que su corazón se detuviera, que sus pulmones no reclamaran mas aire, que su vida se apagara, como se apagaron las de muchos a lo largo de sus pasos, pasos que retumbaban en el silencio de los inocentes, al ver pasar su silueta por encima de sus vidas.
Tal vez fueron las decisiones, o quizás las circunstancias, pero Artemio era un hombre viejo, infeliz y enfermo, sus múltiples negocios (inversiones en bienes raíces, Transportes, domos de azufre, las minas de Hidalgo, concesiones madereras, cadena de hoteles, la fábrica de tubos, el comercio de pescado, la red de operaciones bursátiles, la administración del anticipo ferrocarrilero, las acciones en empresas extranjeras y quince millones de dólares depositados en bancos extranjeros) no le servirían de mucho ahora, no podía comprar la vida, aunque ya empezaba a considerar que la muerte sería una buena salida en ese momento, y ya la presentía, ya presentía ese oscuro sendero, que tanta veces en su juventud había burlado, pero que esta vez la enfermedad lo arrastraba hacia ella, sin que lo pudiera evitar, porque si lograba evadirla otra vez, no lo podría hacer de la enfermedad, de está que poco a poco, hora tras hora  carcomía todo su cuerpo, le producía dolores, dolores físicos insoportables, pero no podía llegar allí donde se conservaba su historia de vida, allí a donde se dirigía y se sumergía cuando quería ignorar su estado físico, no podía penetrar en sus recuerdos, no, la enfermedad, era incapaz de borrar esos sentimientos que se desataban, cada vez que Artemio, fantaseaba con los amores del pasado, con la guerra que enfrento, con las personas que traiciono, era incapaz de borrar su vida.
El cuerpo físico de Artemio muy probablemente moriría, pero no morirá la historia de vida, no morirán los recuerdos, que permanecen anclados en la mente de las  personas que lo rodean. Artemio Cruz, no morirá totalmente, porque su imagen se verá reflejada, en miles de hombre, que como él pasan por encima de la moral de otros, se verá reflejada en miles de guerras que empiezan por defender los ideales de una multitud, pero que terminan hundidas en la búsqueda de beneficios de unos pocos, en muchas promesas de amor, marcadas por la desgracia de una espera infinita sin un final feliz, en muchas mujeres que aman con su cuerpo, pero odian con su alma. La imagen de Artemio Cruz, no morirá para siempre, al contrario vivirá para recordarnos que la vida es una odisea dura de superar, que no todas las historias terminan felices, y que la enfermedad es el peor enemigo del cuerpo, sobretodo, cuando las fuerzas que tenias para enfrentarla ya las has agotado en otras cosas, y solo queda el trago amargo de esperar.
“pensarás que respiras cada vez que el aire pase trabajosamente hacia tus pulmones, pensarás que la sangre te circula cada vez que las venas del abdomen te latan con esa presencia dolorosa: te vencerán porque te obligaran a darte cuenta de la vida en vez de vivirla” (Fuentes, Carlos: 87). Ya sentía dolor, dolor físico, ese cuerpo que parecía inmortal, poco a poco se iba desgarrando, doblegando, se iba despidiendo de una vida, de setenta y un años de vida; Los recuerdos cada vez mas nublados, no lograban sostenerlo más en este mundo confuso, de ideas divididas y sentimientos sofocados. El cuerpo de Artemio cruz  morirá… muere, no en una guerra, ni en una Azaña, ni luchando por un amor, el cuerpo de Artemio Cruz, muere en una sala de cirugías, derrotado por la vejez y por la enfermedad.

Es difícil concluir que fue exactamente lo que produjo que Artemio Cruz cambiara sus ideales, pero es evidente que su historia de vida fue un flujo de acontecimientos, permeados por las decisiones que tuvo que tomar,  los caminos que eligió, y las personas a las que siguió. Artemio Cruz, más que un hombre es un modelo, un modelo en el que se refleja todos los sentimientos que puede percibir la humanidad, dese el amor, el dolor, el rencor, la traición, la soledad, hasta el sufrimiento. Es una historia en la que se refleja los aspectos más oscuros y miserables de la existencia humana, esos aspectos que muchas veces no vemos, simplemente por que nos negamos a aceptar la realidad, o por que otros nos cubren nuestros ojos y nos conducen a su antojo.
Es también un grito silencioso, de reclamos a un país que vivió en carne propia lo frustrante de la guerra, tal como la lucho Artemio Cruz, un reclamo a México, por caer en ese juego irracional, por la pérdida de los ideales de las multitudes, para la satisfacción de los antojos de unos pocos, Artemio es, ese espejo que refleja, que deja al descubierto, que la ambición puede comprar los valores de los hombres.
“La memoria es el deseo satisfecho: sobrevive con la memoria antes que sea demasiado tarde, antes que el caos te impida recordar”. (Fuentes, Carlos: 62).

El Carmen de Viboral, noviembre de 2010.



BIBLIOGRAFÍA

Fuentes, Carlos. (1962). La muerte de Artemio Cruz. Mexico: Bruguera.


[1] Planta vivaz, oriunda de México, de la familia de las Amarilidáceas.

[2] movimiento villista: se considera a las actividades bélicas e ideológicas de Pancho Villa, con su ejército durante la revolución mexicana

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